Por:Sylvia Ovington
El origen etimológico de las dos palabras proceden del latín: • Obra, en primer lugar, emana del vocablo “opera”, que puede traducirse como “trabajo”. • Arte, en segundo lugar, podemos determinar que es fruto de la evolución del término “ars”, que es sinónimo de “obra de gran creatividad”.
La cosa producida por el hombre recibe el nombre de obra. El término se utiliza para nombrar a la creación material (como una artesanía o un producto industrial) y a la producción intelectual (un cuento, una canción, etc.).
El arte es la visión sensible del ser humano acerca del mundo real o imaginario. Los artistas expresan sus percepciones, emociones y sensaciones a través de diversos recursos lingüísticos, plásticos y sonoros.
La Obra de arte es un producto que transmite una idea o una expresión sensible. Se trata de la creación que plasma la intención de un artista.
La noción de obra artística suele identificarse con las artes plásticas. En este sentido, suelen nombrarse a las pinturas y las esculturas como obras de arte. Las creaciones musicales, literarias y cinematográficas, de todas maneras, también son obras de arte, ya que suponen producciones elaboradas por una persona con intención artística.
Muchas son las obras de arte, de las distintas ramas, que se han convertido en pilar fundamental de la Historia y que son conocidas en todo el mundo.
Y como es de imaginar, más allá que haya obras imposibles de ignorar y necesarias para adquirir conocimiento del arte, producidas en cada rama de él, la sensibilidad y experiencia y cierto algo que está guardado en lo profundo de cada ser, hace que de manera inexplicable, cada uno reaccione de una manera especial con una obra de arte en particular o con una rama del arte más que con otra.
Si lo refiero de manera personal, mi primer contacto con la pintura fue con Van Gogh y su Café de la esquina de París, a muy corta edad, marcándome de manera especial. El libro que me abrió la puerta a la literatura fue El crimen del padre Amaro de Eca de Queroz, que lamentablemente mi teclado no me permite escribir debidamente, ya que carece de cedilla. Abierta la puerta de las letras, entraron en torbellino Cervantes, Cortázar y de manera profunda Miguel Hernández. Yo ya escribía, pero Miguel, quizá fue quién se clavó en mi alma con sus letras y nunca me ha abandonado.
Con el cine se hace más difícil determinar qué fue lo que primero marcó mi amor por el séptimo arte, quizá fue una película prohibida para mi edad, Perros de paja, donde ocurre una violación. No sé decir si fue el impacto o el valor artístico de la película, de cualquier manera, es la que marca el inicio de mi ida semanal al cine y que ocupa una época culminante cuando participé mensualmente en Cine debate.
Descubrí, tardíamente, mi devoción por la escultura y que soy mucho más abierta con esta expresión artística que con la pintura.
Particularmente, me atrae muchísimo, el arte del vitral y recuerdo que agotada de tanto caminar en La Catedral de Milán, me senté y bebí con avidez la maravilla de sus vitrales.
De manera muy sintética trate de entregarles mi historia del encuentro con las diferentes manifestaciones artísticas, pero decía que hay algunas imposible dejar de considerar y con esta categoría voy a ilustrar esta nota, La Primavera de Boticelli.
Además de todo ello tendríamos que exponer que también existe lo que se conoce como obra de arte total. Este término fue creado y generalizado por el gran compositor alemán Richard Wagner (1813 – 1883), conocido por la creación de óperas tales como “Tristán e Isolda” o su tetralogía llamada “El anillo del nibelungo”. Aquel artista decidió emplear la citada expresión para referirse a toda obra de arte que consiguiera aunar en sí misma tanto música como teatro, pasando por artes visuales.
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